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Recordando a Jorge Cafrune, que nació en un día como hoy, con canciones y frases emitidas por él. Lo recordarán en Argentina

Jorge Cafrune - Un día en la vida

“En esto que se suele llamar artístico, hay dos formas de concebir la vida: el hombre que piensa en la farándula, en la fama, en el brillo, en la creencia de que es un hombre extranormal, y nosotros, que somos del campo, que nos gusta cantar, andar por los pueblos, analizar la vida.” 






“No canto a ningún sector en particular, canto a la gente. Traigo canto de gente para la gente.” 

Jorge Cafrune "Mi luna cautiva"


“El poeta, el poeta libre, que no tiene compromiso más que con su honestidad, nunca tiene a quién cantarle por deber, solo tiene la concepción de la poesía como obra.” 

JORGE CAFRUNE - Cuando llegue el alba.-



Vieja soledad hoy me ire de ti 
buscando la luz, de una amanecer, 
cuando llegue el alba
vivire, vivire.

Noche adentro ira, vencidad de amor,
la tristeza gris, de mi corazon,
cuando llegue el alba
vivire, vivire.

A un costado del olvido, mis sueños maduraran,
reventando en luz florecidos,
cuando llegue el alba
vivire, vivire.

Solo guitarra y acordeón.

Encontrarte fue, intuición de Dios,
todo nace en ti, como naci yo,
cuando llegue el alba
vivire, vivire.

Tus palabras son, fresco manantial,
sintiendo tu voz, aprendi a cantar,
cuando llegue el alba
vivire, vivire.

A un costado del olvido mis sueños madurarán,
reventando en luz florecidos,
cuando llegue el alba
vivire, vivire.


“América del Sur se está haciendo, busca su rumbo, su sitio en el mundo, su liberación, la independencia. Ser cada uno: con su sentido, con su aire nacional.”´

No soy de aqui ni soy de alla - Jorge Cafrune



Me gusta el sol, Alicia y las palomas, el buen cigarrlo y las malas señoras, saltar paredes y abrir las ventanas
y cuando llora una mujer. Me gusta el vino tanto como las flores y los conejos pero no los tractores, el pan casero y la voz de Dolores, y el mar mojándome los pies. No soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad. Me gusta estar tirado siempre en la arena, con mi matungo perseguir a Manuela, y todo el tiempo para ver las estrellas, con la María en el trigal. No soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad. Me gusta el sol, Alicia y las palomas, el buen cigarro y las malas señoras, saltar paredes y abrir las ventanas y cuando llora una mujer.

“Yo quisiera que mis hijas aprendan a defenderse, a entender a una futura sociedad más justa. Que sepan no hacer diferencias entre la gente, que sean normales, que quieran, que respeten al semejante. Esa es la herencia que les voy a dejar: concepción social del mundo en que viven. Que sean gente bien, no ricos ni pobres, sino buenos. Que sepan dar, que sepan hacerse querer.” 


El 8 de agosto de 1937 nació en la provincia de Jujuy el cantor criollo Jorge Cafrune. Reconocido por una potente voz, era una figura cautivante para el público folclórico que lo seguía en festivales por todo el país. Interpretaba un amplio repertorio que incluía canciones tradicionales con otras de denuncia social. Falleció en un accidente de tránsito en febrero de 1978. Su recuerdo, en tramos de un reportaje de la revista Folklore de 1965 reproducido por la La Maga treinta años después.
“’Principio quieren las cosas…’, dice Martín Fierro. La vida de Jorge Cafrune debe empezar por el principio, es decir por su nacimiento. Pero dejemos que él mismo nos cuente…

‘Yo nací el 8 de agosto de 1937 en El Sunchal, un lugar del departamento de Perico del Carmen, a 27 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy, en una finca llamada Villa Matilde, propiedad de mi padre José Cafrune. Y mi madre es Matilde Herrera. Allí viví hasta los trece años y estudié hasta el segundo grado en la escuela donada por mi padre en la misma finca. Sembrábamos tabaco Virginia. Mi padre se hizo trabajando y yo me formé a su lado conociendo absolutamente todo de lo que son en Jujuy tareas de campo.

‘Lo que más me gustaba era arar. De niño soñaba con esto. Me sé mantener bastante bien a caballo, he domado y me perfeccioné como jinete en el servicio militar, en el Regimiento II de Montaña. Siempre he sido de a caballo, siempre me gustaron los caballos… el primero que tuve se llamó El Indio, un moro, cruza de árabe y criollo, magnífico animal. Tengo premios que mi padre ganó con ese caballo, en carreras de sortijas… era un animal muy rico en las riendas, muy respetado en la zona, muy blando de boca. Cuando papá, hijo de sirio-libaneses, entraba en los boliches, hacía entrar también al moro hasta el mostrador… era un caballo muy noble. Mi padre fue y es hombre de campo. Por eso comparo yo al criollo con el árabe, y no es que uno se vaya al campo por querer ir, sino porque realmente yo lo siento.
(…)

-¿ Cómo se inició usted cantando?

-Cuando yo tenía diez años, mi padre, a quien llamaban el Turco Cafrune, había comprado una hermosa guitarra que, con método y todo, le había costado veinticinco pesos. Él cantaba bagualas. La guitarra solía quedar arriba de una mesa grande. Mi papá hacía por aprender… pero su trabajo rudo no era para eso. El hombre que toca la guitarra es, por lo general, el que tiene un trabajo liviano de campo. El trabajo rudo le pondría las manos duras para el encordado. Yo pasaba al lado de la guitarra y le acariciaba las cuerdas. Él no nos permitía tocarla aún, por miedo de que se la rompiéramos. Un día, en un descuido, la rajaron de un golpe. La hicieron arreglar y se la vendieron a un capataz. Yo fui a Jujuy a estudiar secundario y cuando cumplí diecisiete años mi padre me regaló una guitarra marca Tango, marcada en la cabeza. Con el estuche y todo le costó cincuenta y cinco pesos que entonces era plata. Era preciosa. Mis primeros profesores fueron la señorita Facio y, sobre todo, el famoso Burro Lamadrid, el querido, extraordinario e inteligente guitarrista, a quien admiran hasta hombres como Eduardo Falú. Aprendí mucho viendo. Don Nicolás Lamadrid no quería enseñarme a rasguear antes de saber mover los dedos. Pero yo lo veía encandilado… y lo escuchaba con embeleso. En un Carnaval de entonces me encontré con el changuito Bustamante, que ahora está en Buenos Aires, y con Carlos Chumacero. Formamos un trío, allá por 1956, para los corsos de Villa Gorriti. Cantaba Chumacero, punteaba Bustamante y yo acompañaba. Sabía bastante poco entonces. Trío más desparejo no debe haber habido. Así fue mi inicio. Por entonces canté en el Colegio del Salvador una chacarera que era mi punto fuerte, mi pieza brava, la Chakay Manta… Después conocí a Luis Valdez, quien quería formar un conjunto. Al tercer día de reunimos, fuimos a HyR, el sello grabador que iba directamente al acetato y grabamos un disco para llevarlo a mis viejos a Jujuy. Así nació Las Voces del Huayra… Todavía conservo el disco que grabamos para mis padres con Serenata riojana de un lado y Noche, noche… del otro. Poco más tarde nos contrató Ariel Ramírez para el Salón Dorado de Mar del Plata. Fue un éxito. Ariel se lo puede contar.

‘Era en 1959. Tres meses anduve con Los Cantores del Alba. No sé dónde nos peleamos con los muchachos y decidí mandarme mudar… Me fui a Salta… Pasé la fiesta con mis padres, luego caí a Buenos Aires y me encontré con que Jaime Dávalos estaba en la Capital, con un espacio de televisión. Lo fui a ver, lo saludé, fuimos a comer juntos y le pregunté qué iba a hacer. ‘Me voy a Cosquín’, me dijo. Yo no tenía noticia de aquéllo. ‘¿Qué es Cosquín?’, le pregunté. ‘Hay un festival. ¿Por qué no vas?’ Jaime salió a las siete de la tarde y yo tomé el ómnibus de las ocho. Jaime había quedado en presentarme gente allá. En Cosquín me encontré con los Hermanos Albarracín, admirables artistas a quienes yo había conocido en mis giras, en La Rioja. Es inconcebible que no haya una grabadora en la que puedan grabar un long-play. Nos fuimos a la confitería La Europea y me puse a cantar. Me escuchó el doctor Widner y me oyeron unas señoritas muy gentiles, con las que conservo amistad; mis verdaderas madrinas. Me invitaron al II Festival de Cosquín. Lo demás, es cosa sabida… Aquello fue en enero de 1962…
(…)

-¿Cuál es el más reciente long-play que ha grabado, Cafrune?

-Bueno, ya se ha hecho pública la noticia y por cierto que ha interesado mucho. Es: El Chacho: vida y muerte de un caudillo, un disco que proyectó y produjo artísticamente el poeta León Benarós. La idea nació hace casi un año. Benarós la expuso en Cosquín a Hernán Figueroa Reyes, asesor folclórico de Columbia, que estaba también en el Festival, siempre en busca de valores nuevos. El autor de Romancero argentino me propuso como intérprete. Hernán se entusiasmó y yo también. León Benarós trabajó desde entonces, madurando el tema, que, por supuesto, ya conocía bien. Yo mismo he leído sus extensos y bien documentados prólogos a El Chacho y los Montoneros, por Eduardo Gutiérrez, obras que publicó la editorial Hachette en su colección El Pasado Argentino, con muy interesantes estudios preliminares de Benarós. El poeta escribió entonces la totalidad de las letras de las canciones y llamó luego a los músicos que le parecían adecuados para el carácter de las composiciones respectivas. Esos músicos fueron nada menos que Carlos Guastavino, Eduardo Falú, Adolfo Ábalos y dos hombres jóvenes, pero ya valiosos: Carlos Di Fulvio y el riojano Ramón Navarro.”

tea&deportea


Homenajearán a Jorge Cafrune a 80 años de su nacimiento



Una de las grandes leyendas del folclore argentino vio la luz el 8 de agosto de 1937 en el interior jujeño y falleció atropellado por una camioneta 40 años después.

Jorge Cafrune fue uno de los cantores que, en el tiempo "dorado" del folclore, provocaba mayor atención, jalonada por un repertorio amplio, su estampa criolla, una aproximación intimista desde el escenario y una inclinación por el testimonio y la canción social.

Sin la proyección técnica de las figuras de su tiempo como Eduardo Falú o Atahualpa Yupanqui, pero tampoco recostado en la exacerbación de los gestos hacia la masividad, como Horacio Guarany -otra figura de inmensa seducción del público y de valor en la línea compositiva-, Cafrune cultivó una trayectoria de cantor y divulgador de lo convirtió en un referencia de la música popular.

Más allá de sus probados méritos artísticos, la dimensión política e ideológica de su figura, su padrinazgo a Mercedes Sosa en el Festival de Cosquín y las circunstancias sospechosas de su muerte alimentaron una narrativa sobre su vida y su historia. 

Nació en Perico (Jujuy) el 8 de agosto de 1937, y se crió en una familia que combinaba las costumbres gauchescas con los orígenes árabes. 

El "Turco" tomó clases de guitarra con Nicolás Lamadrid mientras cursaba sus estudios secundarios. En Salta conoció a a Luis Alberto Valdez, Tomás Campos y Gilberto Vaca, con quienes conformó su primer grupo, "Las Voces del Huayra". En 1957 grabó su primer disco pero convocatoria al servicio militar alteró aquel plan.

A su regreso impulsó el nacimiento de "Los cantores del Alba" acompañado por Tomás Campos, Gilberto Vaca y Javier Pantaleón, pero poco después decidió continuar en formato solista.

Por sugerencia de Jaime Dávalos recaló, en 1962, en el Festival de Cosquín. A pesar de haberse presentado fuera del programa oficial, la inmediata adhesión del público lo convirtió en "revelación". 

Consolidó rápidamente una estrecha relación con el Festival. En ese ámbito se convirtió en el padrino de Mercedes Sosa, la tucumana que transformó la evolución del folclore de aquellos años.

La anécdota es conocida y el registro de audio se conserva. Subió al escenario y dijo: "Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y voy a recibir un tirón de orejas de la Comisión (por la comisión municipal organizadora del festival), pero qué le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento. Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que, como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa." 

Mercedes subió al escenario y cantó "Canción del derrumbe indio", de Fernando Figueredo Iramain, acompañada solo por su bombo. El público estalló en aplausos.

Su carrera continuó hilvanando éxitos. En los '70 se radicó en España, donde tuvo un notable suceso. Retornó al país en 1977 cuando falleció su padre mientras otros artistas se mantenían en el exilio a raíz de la dictadura militar. En aquel tiempo, Cafrune, reconocido por su cercanía con el peronismo, fue objetivo de la amenaza y la censura.

La madrugada del 31 de enero de 1978, cuando marchaba a caballo rumbo a Yapeyú para depositar un cofre con tierra de Bolougne Sur Mer en homenaje al general José de San Martín, fue atropellado por una camioneta a la altura de Benavídez. 

Quedó demasiadas horas tirado en la ruta con las costillas incrustadas en los pulmones, y al día siguiente falleció. Tenía 40 años. El hecho nunca fue esclarecido. 

Jorge Cafrune fue padre de Yamila, Victoria, Zorayda Delfina, Eva Encarnación, Facundo y Macarena.

La primera de ellas protagonizará este martes uno de los homenajes a la figura del cantor popular. Será a las 19 en el auditorio de Radio Nacional, donde también estarán Osvaldo Burucuá, Bruno Arias, Peteco Carabajal y Facundo Ramírez.

El Diario de Misiones

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